¿Qué pensarías si te dijeran que tienes un chip implantado en la cabeza que permite a tus padres poder ver a través de una tablet todo lo que tú puedes ver por tus ojos? Además, ese chip posibilita localizar tu ubicación exacta en cada momento, consultar tus constantes vitales y , también, el programa pixela todo aquello que eleva el nivel de estrés en el cerebro. ¿Es control o seguridad? ¿Nos sentimos más libres al estar vigilados? ¿O al estar vigilados, dejamos de ser libres? Piensa que ese chip implantado te acompaña a lo largo de tu vida, desde que eres muy joven, pasando por la adolescencia, hasta la edad adulta. De todo ello es de lo que ocupa el capítulo titulado Arkangel de la serie Black Mirror.
¿La sobreprotección es deseable? ¿Es necesario cometer errores para apreciar el mundo tal y como es? ¿Se debe deshumanizar la violencia con filtros amables? ¿La tecnología nos hace libres?
El problema de la libertad es un problema que ha ocupado buena parte de lo las reflexiones de los filósofos a lo largo de la historia. Podemos definir la libertad como la capacidad de decidir y actuar siguiendo nuestra voluntad, como deseo o como reflexión racional, sin ningún obstáculo. Ahora bien, toda acción que se decida y se lleve a cabo libremente, implica siempre una responsabilidad sobre ella.
Los pensadores existencialistas consideran que el hombre es libre y totalmente responsable de sus actos. El filósofo francés Jean Paul Sartre (siglo XX) afirma que “el hombre está condenado a elegir, por lo que cada uno es responsable moralmente por sus actos. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace”. Para Sartre, el ser humano no es consecuencia de determinismo alguno, ni físico, ni genético, ni ambiental, ni económico, ni teológico; es una consecuencia de lo que él mismo ha decidido ser. Aquí, la libertad no se confunde con el hecho de poder hacer lo que uno quiere. La libertad no es arbitrariedad. Estamos condenados a ser libres: condenados porque no somos libres de dejar de ser libres.
Otros como el psicólogo y filósofo estadounidense Skinner del siglo XX considera que son los factores ambientales, que pueden ser de diversos tipos (sociales, culturales, familiares, educativos, etc.), determinan nuestra conducta. Así pues, la educación que he recibido y lo que he aprendido son decisivos en mi comportamiento. Así, por ejemplo, tener pánico a una situación concreta no está determinada por mis genes, sino por los factores ambientales y lo aprendido en situaciones similares.
El filósofo alemán Herbert Marcuse del siglo XX, una de las principales figuras de la Escuela de Frankfurt, catalogó al ser humano como hombre unidimensional. Marcuse considera que la sociedad capitalista crea falsas necesidades, que permiten que el individuo se integre en un sistema de producción y consumo constante, patrocinados por los medios de comunicación de masas y la publicidad. Este sistema se encargaría de crear individuos acríticos y manipulados, que aceptan sin oponerse a lo establecido.
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