domingo, 23 de mayo de 2021

2º de Bachillerato: El pensamiento de los sofistas y Sócrates.

La filosofía se traslada a Atenas en el siglo V a. C., después de su origen en las colonias griegas. Durante el gobierno de Pericles (495-429 a. C.), los pensadores denominados los “sofistas” y Sócrates centran sus intereses en cuestiones éticas y políticas en relación a la democracia ateniense.

Philipp Foltz: Perikles hält die Leichenrede.  

 

Con el triunfo de la forma de gobierno que llamamos democracia, el esplendor económico y cultural, así como el destacado papel político en Grecia, hace de Atenas el lugar referente de este momento histórico. El gobierno de Pericles se consolida la democracia. La importancia de la presencia en el ágora, en el que todos los ciudadanos (exceptuando a los extranjeros, las mujeres y los esclavos) eran iguales ante la ley (isonomía) y todos tenían libertad de palabra (isegoría). De ahí la importancia de la oratoria y la retórica. 

Los temas sobre los que se centran los debates son: la democracia, la libertad y la ley. Fundamentalmente este último fue un tema bastante controvertido. En la época anterior se consideraban las “leyes no escritas” (thesmoí θεσμοί) como de origen divino, frente a las nómoi (νόμοι), leyes humanas, escritas, con fecha y firma.

1. Los sofistas y Sócrates.

1.1. Los sofistas. 

Se denominan sofistas a un grupo de pensadores griegos que aparecen en la segunda mitad del siglo V a. C. Eran hombres de una vasta cultura, casi enciclopédica, que habían venido a Atenas atraídos por su esplendor cultural. Por lo general eran todos extranjeros, metecos, es decir, no habían nacido en Atenas. Algunos sofistas destacados fueron: Protágoras y Gorgias. Tienen en común, al menos, cuatro rasgos:


- Entre sus enseñanzas incluyen un conjunto de disciplinas humanísticas: retórica, política, derecho, moral, etc.
- Son los primeros profesionales de la enseñanza. Para ganarse la vida alquilan pequeños locales y se dedican a enseñar a los hijos de los ricos y los acomodados – sobre todo comerciantes- pero cobrando, cosa inaudita en aquellos tiempos. Esto llegó a escandalizar a la gente culta y a ciertos sectores de la población.
- Son críticos con la cultura y la educación tradicional que resultaba inadecuada para las exigencias de la época que vivían.

- Uso de la persuasión para lograr sus objetivos por medio de la oratoria y retórica

                                                                El movimiento sofista

EL ESTILO Y LAS INTENCIONES DE LOS SOFISTAS: Puesto que las decisiones se tomaban en la asamblea y en ella eran los mejores oradores los que conseguían éxitos y el mejor reconocimiento social. Los sofistas aprovechan el momento eufórico para ofrecer su saber y las técnicas para saber hablar bien.


El discurso sofista es un tipo de discurso grandilocuente. Pero hablar bien no siempre quiere decir querer razonar para llegar a la verdad o defender causas justas. En muchas ocasiones la intención es la búsqueda del aplauso, del reconocimiento social, la demostración del poder y el dominio en el arte de convencer. Un ejemplo claro de esta utilización del saber sofístico es lo que se denomina el doble discurso, este consiste en saber defender el sí y el no de una misma cuestión con el mismo poder de convicción.

 

Su brillantez en los discursos y su éxito les llenó las aulas de los jóvenes de las mejores familias, todos ellos aspirantes a triunfar en política; pero también les proporcionó un buen número de detractores ante la falta de honestidad y el ejercicio de manipulación que algunos de ellos habitualmente practicaban. Otras veces sus detractores -como en el caso de Platón- lo que no les aceptan es la crítica que hicieron de los valores tradicionales. De la utilización manipuladora del lenguaje proviene el término sofisma. Con esta palabra se designa el argumento que reviste apariencia lógica y de verdad, a pesar de que quien lo formula es consciente de su falsedad. Las dos ideas fundamentales que aportan los sofistas son el convencionalismo de las leyes y el relativismo en el terreno de la moral.


EL PENSAMIENTO DE LOS SOFISTAS:

a) EL CONVENCIONALISMO DE LAS LEYES Y LAS INSTITUCIONES: Los sofistas no creen que las leyes tengan un origen divino; sino que consideran las leyes y las instituciones son el resultado de un acuerdo o decisión humana: son así pero nada impide que sean de otro modo.


Causas del convencionalismo: 1.El contacto continuado con otros pueblos y culturas: que permitió constatar que las leyes y las costumbres son muy distintas en las comunidades humanas. 2.La fundación de las colonias: aunque a veces se importaba la constitución de la ciudad de origen, en cada asentamiento nuevo se
había de redactar una nueva. 3.Los cambios sucesivos en la constitución de Atenas: que les permitió comprobar el convencionalismo en su propia experiencia política.

 

b) EL RELATIVISMO MORAL: No sólo defienden el convencionalismo de las instituciones políticas, también de las normas morales. Lo que se considera bueno o malo, justo o injusto, loable o reprobable, no es fijo, absoluto o universalmente válido e inmutable. Defienden el relativismo cultural, que fundan en la falta de unanimidad acerca de lo que es justo o injusto,... Esto salta a la vista, no solo comparando unos pueblos con otros, sino comparando los criterios morales de los individuos y grupos dentro de una misma sociedad.


c) DEFENSA DE LA LEY DEL MÁS FUERTE: Calicles, uno de los sofistas más importantes, afirma que el nomos, la ley, contradice a la naturaleza (physis). La naturaleza hace a los seres humanos desiguales, de ahí que prevalezca el derecho del más fuerte. En cambio, la ley tiende a igualarlos, con lo que se opone a aquella favoreciendo a los más débiles. No ha de ser así, han de prevalecer los más fuertes, hábiles y astutos, también en la vida de la ciudad.

 

1.2. Sócrates. 

Sócrates era ateniense. Conocido por su participación en la vida pública de Atenas, su labor consiste en dialogar, cuestionando lo establecido. Dedicado a la investigación filosófica, esto es, al examen incesante de sí mismo y de los demás. Nació en el 470 o el 469 a. C., hijo de Sofronisco y la comadrona Fenáreta, del demo de Alópece

No se conservan obras de Sócrates, aunque sí algunos testimonios que pueden dar fe de su pensamiento. Dichos testimonios corresponden a Aristófanes, Jenofonte, Platón y Aristóteles. También se tiene la sospecha de que no escribió nada. En cualquier caso, su figura sigue siendo un misterio. 

Se comenta que Sócrates era, físicamente, muy feo: nariz ancha, chata y respingona, ojos saltones y prominentes, labios gruesos y carnosos y barrigón. Apenas daba importancia a las apariencias. Además, solía ir descalzo, con un viejo manto encima y, generalmente, sin asearse (sus críticos le llamaban “el que no se lava”).

Frente a los sofistas, Sócrates no enseña retórica, no cobra por sus clases, cambia de método y persigue descubrir qué es el bien la verdad y justicia. Bien es cierto que comparte con los sofistas su interés por el ser humano, los temas políticos y morales, así como el lenguaje. Pero Sócrates no es un sofista, aunque pudiera parecerlo. 

Sócrates fue acusado, en el año 399 a.C., de ciertas ofensas contra la religión del Estado y la “corrupción de los jóvenes”. Era el pago que debía cumplir por recelar de la democracia dominante. Fue condenado a muerte. Bien es cierto que pudo haber evitado la condena si su comportamiento hubiera sido el habitual de cualquier condenado, incluso pudo escapar, pero decidió acatar la ley ateniense que tanto había defendido. 


El método socrático: Sócrates considera que cada persona posee dentro de sí una parte de la verdad, que podrá descubrir con la ayuda de otras personas por medio del diálogo. De este modo se entienden las dos partes del método socrático: la ironía y la mayéutica. La ironía es el arte de hacer preguntas que hagan descubrir al otro su propia ignorancia; mientras que, la mayeútica (el arte de la comadrona, el oficio de su madre) es el arte que consiste en extrae el conocimiento que reside en nosotros a través del diálogo. Precisamente, es fundamental que cada uno reconozca su ignorancia mediante la ironía para que pueda darse el proceso del conocimiento.

La finalidad de este método es la establecer la permanencia de los valores éticos y fijarlos en definiciones universales que pudiesen tomarse como guías y normas del actuar. Por tanto, la filosofía de Sócrates se opone al convencionalismo de los sofistas de la siguiente manera: Sócrates considera que, aunque la ley es convencional, nuestro compromiso con ella es un acto libre. La clave de la legitimidad de la ley se muestra en el compromiso del ciudadano que, podría marcharse a otra polis, pero no lo hace. Y, por tanto, al permanecer en una determinada polis muestra su compromiso con la ley vigente y la legitima.

                                                    Sócrates. Jardines de la Academia de Atenas.   

El intelectualismo moral: Sócrates se esfuerza por aclarar las definiciones universales de los conceptos morales, ya que Sócrates está convencido de que solamente se puede ser virtuoso (actuar con excelencia en cualquier caso), si se conocer lo que es la virtud; o justo, si se sabe lo que es la justicia; o actuar bien, si se sabe qué es el bien, etc. Por tanto, conocimiento y virtud se identifican. Solo de esta manera se alcanzaría la felicidad, esto es, ser felices a la hora de actuar. ¿Qué pasa con aquellos que obran mal? Lo hacen, simplemente, según Sócrates, por mera ignorancia, esto es, no conocen qué es lo correcto, lo bueno o lo adecuado; ya que, si conocieran qué es lo correcto, el bien o lo adecuado, actuarían como tal, ya que siempre es más provechoso y, en definitiva, mejor para uno mismo. 

 

Bibliografía: 

GUTHRIE, W. K. C.: Historia de la Filosofía Griega III. Siglo V. Ilustración. Madrid: Editorial Gredos. 

COPLESTON, F. (2021): Historia de la Filosofía. Volumen I. De la Grecia antigua al mundo cristiano. Barcelona: Ariel.

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