1. Vida y obras.
Con David Hume el empirismo alcanza su punto más culminante. Hume nació en Edimburgo (Escocia) en 1711. Pertenece a una familia de la pequeña nobleza y, desde muy joven, siente pasión por el estudio de los clásicos y de la filosofía. El Tratado sobre la naturaleza humana es una obra de juventud, publicada en 1739, considerada por los expertos como su obra maestra. Hume no llegó nunca a ingresar en el ámbito académico debido a sus ideas escépticas y próximas al ateísmo; en cambio, tuvo éxito en otros ambientes. Logró trabajos como secretario, bibliotecario, encargado de negocios, subsecretario de Estado en Londres, entre otros. Otra obra que debemos destacar es Investigaciones sobre los principios de la moral de 1751 en la que apela a la dimensión utilitarista para explicar la ética. Hume murió en su ciudad natal en 1776.
Hume se muestra fascinado por los avances científicos de Newton en base a la observación y del método experimental. Hume quiere convertirse en "el nuevo Newton" de las ciencias humanas, aplicando dicho método a la naturaleza humana, es decir, al sujeto, y no solo al objeto. La importancia de la ciencia de la naturaleza humana es máxima, ya que si lográsemos explicar a fondo "el alcance y la fuerza del intelecto humano", así como "la naturaleza de las ideas de las que nos servimos y de las operaciones que llevamos a cabo en nuestros razonamientos", podríamos realizar progresos incalculables en todos los demás ámbitos del saber.
2. El problema del conocimiento.
2.1. Principios y elementos del conocimiento.
Todos los contenidos de nuestra mente se derivan de la experiencia sensible. Hume denomina a dichos contenidos con el nombre de percepciones. Las percepciones se derivan en impresiones e ideas. Por impresiones se entiende aquellos datos directos de la experiencia sensible. Se presentan con mayor fuerza y violencia en nuestra mente. Abarca todas las sensaciones, pasiones y emociones. Por su parte, las ideas son copias atenuadas de las impresiones. Ambas, impresiones e ideas, se corresponden. Las diferencias entre impresiones e ideas son dos: a) la fuerza o viveza con que se presentan ante nuestra mente; b) el orden y la sucesión temporal en que aparecen, ya que las impresiones son la causa de las ideas, y no al revés. Hume elimina las ideas innatas, ya que no tenemos ideas hasta después de haber tenido impresiones. Es fácil entender este punto: para transmitir a un niño la idea de color azul, por ejemplo, le presento objetos azules; puesto que presentarle la idea de azul no produce la impresión correspondiente.
Paris (visión desde Montmartre)
Las impresiones se dividen en impresiones de sensación e impresiones de reflexión. Las impresiones de sensación proceden de causas externas, por ejemplo, los colores que percibe el sujeto; mientras que las impresiones de reflexión son aquellas que proceden de nuestra experiencia interior, por ejemplo, el agrado que sentimos al dar un paseo.
Hume añade que las ideas simples pueden combinarse por medio de dos facultades: la memoria y la imaginación. La memoria es la facultad que relaciona las ideas según el orden y la posición con que se han presentado en la experiencia; mientas que, la imaginación es la facultad que actúa combinando las ideas libremente.
2.2. Leyes de asociación de ideas.
Para Hume, las ideas tienden a agregarse entre sí en nuestra mente, no de manera libre, sino siguiendo unos principios de asociación que se mantienen iguales para todos:
a) Ley de semejanza: Una idea nos impulsa a pensar en otra que se le asemeja (por ejemplo, una fotografía permite evocar en mi mente la persona que presenta).
b) Ley de contigüidad espacio-temporal: Unas ideas que se presentan conectadas en el espacio o en el tiempo (por ejemplo, la idea de la torre Eiffel se conecta por contigüidad con la ciudad de París).
c) Ley de causa y efecto: La mente tiende a asociar ideas de fenómenos que se suceden de manera regular en la experiencia (por ejemplo, si pienso en el fuego me veo llevado inevitablemente a pensar en el calor o en el humo).
2.3. Tipos de juicios.
Existen para Hume dos tipos de juicios:
Por un lado, relaciones de ideas. Son relaciones de ideas todas aquellas proposiciones que se limitan a operar sobre contenidos ideales, sin referirse a lo que existe o puede existir. Por tanto, se encuentran vacías de contenido empírico y su verdad es independiente de la realidad. La aritmética, el álgebra y la geometría están constituidas por relaciones de ideas. La negación de una proposición de cualquiera de esos saberes es contradictoria. Estas proposiciones con las que Kant denominará juicios analíticos a priori.
Por otro lado, cuestiones de hecho. Son cuestiones de hecho todas aquellas proposiciones que están basadas en la experiencia sensible. Las proposiciones del tipo "el sol saldrá mañana" no implica una necesidad lógica, esto es, su contrario siempre es posible y no implica una contradicción. Estas proposiciones permiten elaborar solo razonamientos probables. A este tipo de proposiciones Kant las denominará juicios sintéticos a posteriori.
3. El problema de la metafísica.
3.1. Crítica a la idea de causa.
Desde los orígenes de la Filosofía, la pregunta por la realidad es la pregunta por la causa. Ahora bien, indica Hume que ningún análisis de la idea de causa nos permite descubrir a priori el efecto que de él se deriva, ya que el efecto es completamente distinto a la causa. El ejemplo paradigmático de Hume es el movimiento de una bola de billar que causa el movimiento de una segunda bola. Si suponemos que acabamos de llegar a este mundo de manera repentina, en absoluto podríamos saber a priori - al ver una bola de billar- que esta, al golpear a la otra, producirá como efecto el movimiento de esta otra. Por tanto, debemos concluir que es la experiencia sensible el fundamento de todas nuestras conclusiones referentes a la causa y el efecto. Pero, ¿qué garantiza que un efecto acompañe a una causa en un futuro? Son, para Hume, el hábito y la costumbre de observar que en la experiencia sensible dos fenómenos cualesquiera se suceden regularmente el fundamento de la idea de causa y efecto. Además, tendemos a imaginar, en base a un fuerte instinto natural, que se seguirá produciendo en un futuro.
Por tanto, la mente humana es limitada. La verdad científica basada en el conocimiento de hechos es solamente probable, ya que el futuro nos resulta absolutamente desconocido.
3.2. Crítica a las ideas de sustancia y Dios.
Hume somete a crítica el concepto clásico de sustancia y Dios. Por una lado, con respecto a la idea de sustancia, Hume indica que solo captamos impresiones e ideas que, debido a la constancia con que se presentan estos conjuntos de percepciones, imaginamos que existe un principio que constituye el fundamento de la cohesión entre dichas percepciones. Por tanto, Hume niega la idea de sustancia. Se entiende por sustancia una "colección de impresiones unidas por la imaginación".
Por otro lado, sucede exactamente lo mismo con la idea de Dios. La identidad de Dios no es objeto de mi conocimiento, sino objeto de la creencia. Por tanto, debe eliminarse todo intento de conocimiento racional de Dios.
Por tanto, Hume cae en un escepticismo moderado, ya se cambia la certeza por la probabilidad.
Actividad 1: Visualiza el siguiente documental sobre los empiristas: Enlace al programa.
Actividad 2: Repaso del tema:
4. El problema ético: El emotivismo moral.
El interés de Hume por la moral es un tema central de su filosofía. Se ocupa de ella en obras como Investigación sobre los principios de la moral. La moral no se ocupa de hechos (de los cuales se ocupa la razón); sino de lo que se debe o no se debe hacer. Apeló a dimensión utilitarista como objeto para explicarla. Para Hume, lo útil o lo placentero provoca nuestro asentimiento o aceptación a un acto virtuoso y, al contrario, nuestra aversión ante un acto vicioso. Todo ello posibilita los juicios morales. Pero lo útil, en el terreno de la ética, no es nuestro útil particular o subjetivo, sino lo útil que va más allá de nosotros y se extiende también a los demás. Lo útil para la felicidad de todos. Hume reconoce la existencia de un sentimiento moral, un sentimiento de aprobación o desaprobación hacia las acciones, las cualidades o los caracteres, basado en la simpatía, que es desinteresado.
Actividad 3. Lee atentamente esta noticia y responde a la siguiente pregunta: ¿qué sentimientos tienes una vez leída la noticia? ¿Crees que compartimos un mismo sentimiento de desaprobación ante esta propuesta? Reflexiona y justifica tu respuesta.
Bibliografía:
- Copleston, F. (2011). Historia de la Filosofía. Volumen 2. De la Escolástica al empirismo. Ariel Filosofía.
- Reale, G. y Antiseri, D. (2018). Historia del pensamiento filosófico y científico. II Del Humanismo a Kant. Herder.
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