6.3. El problema ético.
6.3.1. El formalismo moral kantiano.
Las éticas materiales
Todas las éticas anteriores a Kant eran materiales. Pero, según Kant, a partir de ellas no se puede fundar la universalidad inherente a la ética. De ahí, que proponga una ética formal, vacía de contenido, la única que puede superar las deficiencias de las éticas materiales. Una ética material es una ética con contenido (= materia). Esto significa que:
Establece un bien supremo válido para todos los hombres.
Establece las normas o preceptos concretos para alcanzar dicho bien supremo. Así, para la ética cristiana, el bien supremo es la felicidad consistente en la contemplación del ser divino en la otra vida, y los medios son cumplir los mandamientos y preceptos de la ley de Dios.
Kant critica estos tres aspectos de las éticas materiales:
Las éticas materiales son empíricas; es decir, su contenido se ha extraído de la experiencia y es, por tanto, a posteriori. ¿Cómo sabemos, por ejemplo, que es bueno, en la ética de Epicuro, no abusar de los placeres? Porque la experiencia nos ha demostrado las consecuencias negativas que se siguen de un abuso de los placeres. Para Kant, este es un asunto importante, pues de la experiencia no se puede extraer ningún principio universal, y todo proyecto ético ha de aspirar a la universalidad; es decir, ha de aspirar a proponer normas válidas para todos los seres humanos.
Las normas o preceptos de las éticas materiales son hipotéticos y, por tanto, sólo tienen un valor condicional. La ética cristiana, por ejemplo, prescribe la necesidad de no robar o de no matar, pero tales preceptos sólo valen si se acepta esta condición: la de querer ganar la beatífica vida eterna. ¿Qué ocurre si uno no aspira a una vida eterna en el cielo; si prefiere las llamas del infierno o desaparecer totalmente? ¿Qué ocurre si uno no cree que exista otra vida? La consecuencia inevitable es que todos los preceptos cristianos se vienen abajo para él. Todas las éticas materiales presentan la misma condicionalidad. Por ello, a partir de ellas no puede fundarse una ética universalmente válida.
Las éticas materiales son heterónomas. Mientras que la autonomía implica que el sujeto se dé a sí mismo la ley, la heteronomía supone que la ley le viene al sujeto desde fuera de la propia razón. Esta característica aparece muy claramente en la ética cristiana; por ejemplo, cuando Dios pide a Abraham que sacrifique a su hijo Isaac.