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viernes, 2 de abril de 2021

1º y 2º de Bachillerato: Según Kant, ¿hay derecho a mentir?

En su opúsculo titulado Sobre un presunto derecho de mentir por filantropía, el pensador prusiano Immanuel Kant señalaba de manera rotunda y clara que no existe ese presunto derecho a mentir. Ni siquiera por motivos humanitarios y, en concreto, para salvar la vida de un buen amigo.  Se puede decir que estamos ante el ejemplo paradigmático del rigorismo kantiano. Vamos a desarrollar este asunto un poco más. 

 

El texto mencionado es la reacción de Kant al escrito del político y escritor francés Benjamin Constant en 1797 que rezaba lo siguiente: 

El principio moral, por ejemplo, de que decir la verdad es un deber, si se tomase de manera absoluta y aislada, haría imposible toda sociedad. Tenemos la prueba de ello en las consecuencias muy directas que de ese principio ha sacado un filósofo alemán, que llega hasta a pretender que, ante asesinos que os preguntasen si vuestro amigo a quien persiguen se ha refugiado en vuestra casa, la mentira sería un delito. 

Es curioso que en el texto no se cita a Kant, ni existe una cita de Kant con ese ejemplo; sin embargo, Kant se dio por aludido y se dispuso a desarrollar más en profundidad sus tesis de la Fundamentación de la metafísica de las costumbres del año 1785.

La situación que se plantea es muy extrema: Un asesino se presenta en la casa de un individuo y le pregunta por el paradero de otro individuo, el cual va a matar. La víctima está en la casa. Se trata de un buen amigo suyo. ¿Qué debería hacer el dueño de la casa: mentir y señalar que el individuo que busca no se encuentra allí; o decir la verdad y delatar a su amigo? Para Kant no hay duda. El criterio máximo de autoridad es la razón, y sus postulados se presentan como valores universales con una validez para todos los individuos, esto es, exigibles a todos y cada uno de ellos. Así pues, no se debe mentir nunca, en ninguna circunstancia. No hay excusas que disculpen la mentira. Además, la mentira tiene responsabilidades jurídicas y, por supuesto, tiene un carácter absolutamente amoral. 

Kant señala que la mentira nos hace jurídicamente responsables de todas las consecuencias que se deriven de nuestra acción; en cambio, la verdad nos aliviaría de toda consecuencia no prevista. Es por ello que, Kant nos advierte que garantizar que nuestra declaración es absolutamente verdadera es muy complicado, sí podemos al menos asegurar la veracidad de la misma. Dicha veracidad es condición necesaria y suficiente para no mentir. Por tanto, el ser veraz (la sinceridad) es un deber incondicionado. 

Todos los deberes quedan plasmados en la ley, cuya mínima excepción de su cumplimiento la hace inútil. El deber de no mentir también está recogido en las leyes. Así pues, en conclusión, el mentir no solo socava el fundamento mismo del derecho, y por tanto de las leyes; sino que, además, por ello mismo, se perjudica a la humanidad entera, dado que las consecuencias de la mentira serían absolutamente imprevisibles. ¿Estarías de acuerdo con Kant?

domingo, 28 de marzo de 2021

2º de Bachillerato: La ética en Kant

6.3. El problema ético.

6.3.1. El formalismo moral kantiano.

Las éticas materiales

Todas las éticas anteriores a Kant eran materiales. Pero, según Kant, a partir de ellas no se puede fundar la universalidad inherente a la ética. De ahí, que proponga una ética formal, vacía de contenido, la única que puede superar las deficiencias de las éticas materiales. Una ética material es una ética con contenido (= materia). Esto significa que:

  • Establece un bien supremo válido para todos los hombres.

  • Establece las normas o preceptos concretos para alcanzar dicho bien supremo. Así, para la ética cristiana, el bien supremo es la felicidad consistente en la contemplación del ser divino en la otra vida, y los medios son cumplir los mandamientos y preceptos de la ley de Dios.

Kant critica estos tres aspectos de las éticas materiales:

  • Las éticas materiales son empíricas; es decir, su contenido se ha extraído de la experiencia y es, por tanto, a posteriori. ¿Cómo sabemos, por ejemplo, que es bueno, en la ética de Epicuro, no abusar de los placeres? Porque la experiencia nos ha demostrado las consecuencias negativas que se siguen de un abuso de los placeres. Para Kant, este es un asunto importante, pues de la experiencia no se puede extraer ningún principio universal, y todo proyecto ético ha de aspirar a la universalidad; es decir, ha de aspirar a proponer normas válidas para todos los seres humanos.

  • Las normas o preceptos de las éticas materiales son hipotéticos y, por tanto, sólo tienen un valor condicional. La ética cristiana, por ejemplo, prescribe la necesidad de no robar o de no matar, pero tales preceptos sólo valen si se acepta esta condición: la de querer ganar la beatífica vida eterna. ¿Qué ocurre si uno no aspira a una vida eterna en el cielo; si prefiere las llamas del infierno o desaparecer totalmente? ¿Qué ocurre si uno no cree que exista otra vida? La consecuencia inevitable es que todos los preceptos cristianos se vienen abajo para él. Todas las éticas materiales presentan la misma condicionalidad. Por ello, a partir de ellas no puede fundarse una ética universalmente válida.

  • Las éticas materiales son heterónomas. Mientras que la autonomía implica que el sujeto se dé a sí mismo la ley, la heteronomía supone que la ley le viene al sujeto desde fuera de la propia razón. Esta característica aparece muy claramente en la ética cristiana; por ejemplo, cuando Dios pide a Abraham que sacrifique a su hijo Isaac.