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miércoles, 15 de noviembre de 2023

2º de Bachillerato: TEMA 12. LA FILOSOFÍA DE HANNAH ARENDT

 1. Vida y obra. 

Arendt (Linden-Limmer, 14 de octubre de 1906 - Nueva York, 4 de diciembre de 1975) fue una escritora y teórica política​ alemana, posteriormente nacionalizada estadounidense, de religión judía, discípula de Heidegger y Jaspers. Es una de las filósofas más influyentes del siglo XX por sus contribuciones en el campo de la filosofía política. 

La privación de derechos y persecución en Alemania de judíos a partir de 1933, así como su breve encarcelamiento ese mismo año, contribuyeron a que decidiera emigrar. El régimen nacionalsocialista le retiró la nacionalidad en 1937, por lo que fue apátrida, hasta que consiguió la nacionalidad estadounidense en 1951. En 1961 siguió, como corresponsal de la revista estadounidense The New Yorker, el juicio contra Adolf Eichmann, teniente coronel de las SS nazis y principal responsable de las deportaciones masivas que acabaron con la vida de más de 6 millones de judíos y provocaron 15 millones de víctimas si sumamos los que sobrevivieron pero sufrieron el infierno de los campos de exterminio.


Fue profesora de las Universidades de Berkeley,  Princeton, Columbia y Chicago, y directora de investigaciones de la Conference on Jewish Relations entre 1944 y 1946. Trabajó, entre otras cosas, como periodista y maestra de escuela superior. Publicó obras importantes sobre filosofía política, como por ejemplo, Los orígenes del totalitarismo, publicado en 1951 en los Estados Unidos. Esta obra fue considerada como una brillante crítica a los regímenes políticos totalitarios y en la que Arendt defendía la democracia representativa por medio del concepto de "pluralismo" político, que posibilitara la libertad y la igualdad política entre las personas.


Las obras más destacadas de esta pensadora son: Los orígenes del totalitarismo (1951), La condición humana (1958), Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal (1963).

2. EL PROBLEMA DEL SER HUMANO. 

Para Hannah Arendt el ser humano desarrolla dos actividades fundamentales: la actividad teórica o contemplativa (vita contemplativa) y la actividad práctica (vita activa). La actividad teórica o contemplativa estaría relacionada con la actividad intelectual pura y que, generalmente, ha producido la filosofía. Sin embargo, Arendt está más interesada en la actividad práctica, con la que construimos una sociedad libre y justa.

Así pues, Arendt cree que la actividad práctica tiene tres dimensiones fundamentales: 

a) Labor: Todo aquello que permite mantenernos con vida y ligada a la necesidad de mantenernos vivos, como por ejemplo comer.  

b) Trabajo: Actividades por las que el ser humano se distingue de la naturaleza y dan como resultado obras permanentes, como por ejemplo las casas. El trabajo nos permite independizarnos de las necesidades naturales y crear un mundo artificial característicamente humano.

c) Acción: Son las actividades más elevadas de la condición humana, las más racionales y libres. Nos proporciona una identidad y una forma de estar en el mundo que compartimos con otros. La acción se corresponde con la condición humana de la pluralidad. La política, la vida en común, es lo más propiamente humano de la condición humana. Somos seres de acción y mediante las acciones nos mostramos al mundo. Y nuestras acciones tienen unas repercusiones en el mundo que compartimos con otros. Dado que las acciones tienen consecuencias, debemos ser responsables de ellas. Este es el precio de la libertad. Por todo ello, la acción es la actividad humana más importante.


3. EL PROBLEMA POLÍTICO Y ÉTICO: Análisis del totalitarismo.

El totalitarismo es un doctrina política en la que se defiende el absolutismo estatal y su poder total y absoluto sobre cualquier aspecto de la vida y de las libertades ciudadanas. El sistema opuesto al totalitarismo es la democracia, cuyos principios característicos son la soberanía popular y la división de poderes. 

El trabajo de Arendt sobre el totalitarismo le lleva a analizar ejemplos totalitarios como el nacionalsocialismo y el régimen comunista soviético, configuraciones políticas que surgen en el primer tercio del siglo XX y que carecen de antecedentes históricos. Ambos se presentan como movimientos de masas que explotan la frustración y el resentimiento de quienes se sienten aislados y marginados de la sociedad. El movimiento totalitario ofrece a estas personas dominadas por el miedo un sentido de pertenencia y un lugar en el mundo, a cambio de una obediencia ciega y lealtad incuestionable a su líder. 

Para extender su dominación, los movimientos totalitarios hacen uso de la propaganda y del terror. Las afirmaciones propagandísticas, repetidas una y otra vez, se presentan como verdades indudables, aunque en realidad proclamen ideas absurdas.

En
Los orígenes del totalitarismo, su primer libro sobre filosofía política, en el que analiza el racismo, el imperialismo y el antisemitismo, igualando a nazis y a estalinistas, Arendt analiza su filosofía política. Los nazis basan su ideología en la doctrina de la supremacía racial, mientras que el estalinismo se apoyó en una interpretación rígida e inflexible de la doctrina marxista. Todos estos temas no pueden ser discutido ni cuestionados, porque sirven de base para establecer su organización social, controlada por la policía y en las que los derechos humanos no tienen ningún valor. 

Según señala Arendt, «los movimientos totalitarios son organizaciones masivas de individuos atomizados y aislados». Estos movimientos totalitarios han generado un nuevo tipo de ser humano: el individuo aislado, fácilmente manipulable y que conforma las masas, desposeída de sus derechos y aislado de la comunidad política a la que pertenecía. Por ello, el hombre-masa se caracteriza por su falta de relaciones sociales y su aislamiento; el fanatismo y la devoción al líder son formas de intentar huir de ese sentimiento de soledad. La persecución de los enemigos del régimen alimenta un sistema represivo en el que toda la población vive bajo amenaza del terror. El control por parte del Estado en todas las esferas, incluido el ámbito privado, crea un ambiente de inseguridad y desconfianza permanente. Además, hacen uso de los campos de concentración para fomentar el terror entre la población. 

Debe establecerse, además, según la filósofa, una distinción entre el mal radical y el mal banal. El mal radical del ser humano es aquel mal que se da cuando uno es consciente de que sus acciones dañarán a los demás, a pesar de haber pensado y deliberado sobre ello previamente, y no le importa. Un mal que no es punible, ni perdonable, ya que se escapa a los parámetros que empleamos habitualmente para ello. Frente a ello, el mal banal se da cuando la persona no reflexiona sobre el acto a realizar ni sus consecuencias. Ocurre cuando el mal se deja de pensar como una acción valorable moralmente y se considera un acto cotidiano, normalizado, sobre el que el sujeto se niega a reflexionar huyendo de la contradicción. Para Arendt, el paradigma de esta banalidad del mal es Adolf Eichmann, alto cargo de la SS nazi y partícipe de la solución final, que solo juzga sus actos desde la eficacia productiva y no moralmente.

El totalitarismo no busca la dominación de los hombres, sino que estos sean superfluos, pues no puede soportar su imprevisibilidad, su creatividad, su espontaneidad. El totalitarismo es una ideología que quiere, mediante el terror, eliminar la pluralidad y por ello promueve el aislamiento y la soledad: la destrucción de la esfera política de la vida humana y la desaparición de la vida privada. En definitiva, lograr el poder total e ilimitado, transformando a los seres humanos para que abandonen por completo su capacidad de pensar, su aspiración de libertad y su sentimiento de solidaridad con los demás.

                                                                 Auschwitz (Oświęcim, Polonia)

Por tanto, su análisis del totalitarismo conduce a la necesidad de una reflexión política que restaure la idea de poder como diferente de la violencia. Para ella, el fenómeno fundamental del poder es la formación de una voluntad común orientada al entendimiento. Es decir, el poder no es ejercer violencia, sino que se deriva de la capacidad humana de actuar en común. Una democracia pide un espacio político en el que el poder no sea violencia, sino acción concertada. El poder es, así, la coacción no coactiva gracias a la cual se imponen las ideas reguladas por un elemento institucional reconocido. Por tanto, hay que restablecer un espacio público que asegure la relación adecuada entre lo privado y lo público, garantice la igualdad política de todos, así como los derechos civiles, los derechos de las minorías y de los refugiados, y el derecho a disentir. Para ello tendrá que favorecer los debates, la asociación de los ciudadanos y toda forma de acción en común. En definitiva, Arendt defiende un valor esencial en el ser humano: la vida activa.

 

Actividad 1: Visualiza el siguiente resumen del pensamiento de Arendt: 

 

 

Actividad 2: ¿Podría ser que Eichmann y su millón de cómplices en el Holocausto solo estuvieran siguiendo órdenes? ¿Podríamos llamarlos a todos cómplices? Lee el siguiente experimento de Milgram que prueba la disposición de un participante para obedecer las órdenes de una autoridad aun cuando estas pudieran entrar en conflicto con su conciencia personal.

 

 

 

Bibliografía: 

- Arendt, H.: Los orígenes del totalitarismo. Alianza editorial.  

- https://www.philosophica.info/voces/arendt/Arendt.html

- Historia de la Filosofía. 2º Bachillerato. Vicens Vives.

lunes, 26 de junio de 2023

TEMA 5. RENACIMIENTO Y LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA.

1. RENACIMIENTO Y HUMANISMO. 

El Renacimiento es una movimiento cultural y social que se desarrolló durante los siglos XV y XVI; mientras que, el humanismo es un movimiento filosófico, artístico y cultural durante los siglos XIV y XV en Europa que se fundamenta en la integración de ciertos valores y prácticas recuperadas de la Antigüedad clásica. 

Ambos movimientos tienen en común una defensa de la dignidad humana, la recuperación de ideales de la cultura grecolatina y abogar por la libertad de pensamiento. 

1.1. Rasgos del Renacimiento. 

Se reivindica el pensamiento filosófico grecolatino y pensadores griegos y latinos como Eurípides, Sófocles o Virgilio. Se quedan atrás los debates en torno a la fe y la razón, y se pone en valor las aportaciones de los autores clásicos. Este es el esfuerzo de difusión de pensadores renacentistas como Erasmo de Róterdam, Tomás Moro o Juan Luis Vives, que se ocupan de cuestiones humanas, tales como políticas y ciencias sociales. En las artes plásticas se encuentran figuras tan destacadas como Leonardo da Vinci

Hombre de Vitruvio o Estudio de las proporciones ideales del cuerpo humano, Leonardo da Vinci, 1490. 

Dos son los aspectos fundamentales en este periodo de la Historia: 

- El ser humano deja atrás la dimensión trascendente que había sido el denominador común en la Edad Media, para pasar a tener una visión más mundana.   

- La naturaleza retoma un puesto fundamental en el estudio humano. El ser humano adopta una visión antropocéntrica del mundo y busca una nueva ciencia que explique los fenómenos naturales por medio de la experimentación y la matematización. 

 

1.2. El realismo político de Nicolás Maquiavelo.  

Maquiavelo fue pensador y político italiano de los siglos XV y XVI, padre de la Ciencia política moderna. En sus conocidas obras El príncipe y Discursos sobre la primera década de Tito Livio elabora una teoría sobre el gobernante y el buen gobierno, haciendo un elogio a la república romana y a la participación ciudadana. 


Maquiavelo fue un excelente analista político de su época y fue consejero de los dirigentes de su época con la intención de que estos conservaran y aumentaran su poder frente a los súbditos. 

Para Maquiavelo, el fin justifica los medios, siempre que ese fin sea la consecución, el mantenimiento o el aumento del poder político. Esta teoría es denominada realismo político. Se muestra, de manera evidente, una indiferencia hacia la moral, ya que para Maquiavelo la política posee una esfera humana autónoma, que tiene sus propias reglas y sus normas. La moral, por tanto, se separa de la política, ya que el fin de la política no es ayudar a los individuos a lograr la felicidad en comunidad, sino el enseñar al gobernante a conseguir y conservar el poder, sin reparar en los medios. 

                                                                                                Florencia (Italia)

Todas estas tesis de Maquiavelo descansan en una concepción pesimista del ser humano, que lo considera un ser egoísta, violento y ambicioso por naturaleza. Por ello, precisan de un gobernante fuerte y despótico que los controle mediante las leyes políticas. Las leyes, precisamente, son las que crean la moral, esto es, los individuos se comportan de manera adecuada cuando se les obliga a ello, bien sea por miedo al castigo o por medio de la violencia. 

 

1.3. La revolución científica.  

A partir del siglo XVI y XVII, la ciencia se independizó de la filosofía mediante el desarrollo de nuevos métodos durante un periodo que se conoce como Revolución científica. Algunos de los protagonistas de esta Revolución fueron Copérnico, Galileo o Newton

                                                                 Galileo Galilei

1.3.1. Características del saber científico.   

Galileo (astrónomo, físico, matemático y filósofo italiano de los siglos XVI y XVII) es considerado el primer científico moderno ya que inaugura una nueva manera de hacer y entender la ciencia. Entre sus logros debemos destacar la mejora del telescopio. Sus observaciones de la Luna le llevaron a afirmar que este astro no era una esfera traslúcida y perfecta como afirmaba Aristóteles; sino que presentaba terreno montañoso que, por consiguiente, invalidaba la teoría aristotélica.  

Como vemos, Galileo se interesó por los mismos problemas que los pensadores precedentes (por ejemplo, la investigación del universo), pero lo hizo de una manera radicalmente diferente y revolucionaria. Esta forma de proceder, diferente a otros saberes como la filosofía, puede resumirse en dos características: 

a) Experimentación: 

Debido a la dificultad para contrastar una hipótesis (suposición hecha a partir de unos datos que sirve de base para iniciar una investigación) en la vida cotidiana (por ejemplo, observar la caída de los graves) es necesario crear una situación ideal (experimento) sin elementos perturbadores (por ejemplo, el rozamiento con el aire) y que permita estudiar el fenómeno y analizar únicamente las variables decisivas. 

Del mismo modo, Galileo fue el primero en introducir instrumentos para realizar sus estudios, como por ejemplo, el telescopio o el termómetro. 

 

b) Matematización: 

La naturaleza, según Galileo, atiende a regularidades expresables mediante funciones matemáticas. En efecto, la matematización será una pieza principal de la nueva ciencia. La cuantificación y una mayor precisión a la hora de llevar a cabo observaciones, permitió liberarse de la subjetividad y la ambigüedad propias del lenguaje cotidiano.

 

1.4. Nicolás Copérnico.  

Copérnico, matemático y astrónomo polaco-prusiano de los siglos XV y XVI, presenta la teoría heliocéntrica sobre el movimiento orbital de los planetas y las estrellas en su obra Sobre las revoluciones de las orbes celestes. Copérnico rechazó el geocentrismo en base a estas ideas: El Sol se sitúa en el centro del universo y permanece inmóvil; los planetas y el resto de cuerpos celestes giran alrededor del Sol; la Tierra tiene un movimiento de rotación sobre el eje; los movimientos de los cuerpos celestes son uniformes, eternos y circulares; y, por último, las estrellas se encuentran estáticas y estables. 


La teoría heliocéntrica superó la cosmovisión aristotélica con diferentes matices añadidos durante casi veinte siglos por diversos astrónomos, como por ejemplo, el astrónomo griego Ptolomeo, sin perder la esencia del geocentrismo.

viernes, 6 de enero de 2023

EL JUEGO DE CARTAS QUE TE AYUDA A COMPRENDER LA FILOSOFÍA


 
La Filosofía arrastra una larga reputación de saber arduo e impenetrable. Esta baraja pretende, por el contrario, iniciarnos en su dimensión más luminosa y divertida, la más esencial. Sócrates ya nos advirtió que “una vida sin reflexión no merece la pena ser vivida”. Pensar es entonces un deber. Pero esta perspectiva no debe hacernos olvidar que es también un placer, el placer de ser y sabernos humanos.
El juego plantea una competición entre puntuaciones de filósofos en 5 ámbitos: Ser Supremo, Razón, Placer, Crítica y Voluntad. La “disputa” se lleva a cabo de acuerdo con el paradigma que, en ese momento, esté sobre el tapete. Si, por ejemplo, es el de la Modernidad, la puntuación que cuenta es la de Ser Supremo, Razón y Crítica (se llevará las cartas el filósofo que, en esos apartados, tenga la mayor puntuación). Si rige el paradigma de la Edad Media, el valor que ha de considerarse es exclusivamente el del Ser Supremo. Etcétera.
Por otro lado, hay Cartas de acción que plantean relevantes interacciones entre los jugadores al hilo de diversas teorías filosóficas. Y Desafíos que obligan a los participantes a razonar acerca de temas como los derechos de la mujer, el sentido de la vida, la fe, el dinero, la guerra o el colonianismo.
En definitiva, un juego que te introduce, de manera grácil, en las más profundas concepciones del pensamiento filosófico.