6.2. El problema del conocimiento.
Kant se enfrenta a las dos grandes corrientes de la filosofía moderna: el racionalismo y el empirismo, sintetizándolas y, al mismo tiempo, superándolas.
Influencia del racionalismo
Coincide con el racionalismo en que el entendimiento es activo y puede producir espontáneamente conceptos sin derivarlos de la experiencia. No comparte, pues, la idea empirista de que nada hay en el entendimiento que no haya pasado antes por los sentidos. No todos los elementos que intervienen en el conocimiento tienen su origen en la experiencia. A tales elementos los denomina elementos a priori y son puestos por el sujeto. También mantiene del racionalismo la creencia en la posibilidad de un conocimiento estricto; es decir, un conocimiento universal y necesario sobre la realidad -aunque, como veremos, reducido al ámbito de lo fenoménico.
Influencia del empirismo
Influido por Hume, Kant llega a la conclusión de que estos conceptos sólo son fuente de conocimiento cuando se aplican a la experiencia sensible. Ésta es el límite infranqueable del conocimiento humano, por lo que no se puede conocer nada más allá de ella. Al mismo tiempo, de la experiencia sólo pueden obtenerse conocimientos particulares y contingentes. Según Kant, sólo podemos conocer fenómenos. Lo que existe más allá del ámbito fenoménico, esto es, del ámbito del que podemos tener experiencia, queda fuera de nuestro alcance. A ese ámbito, que quedaría más allá de nuestra experiencia, Kant lo denomina “noúmeno”.
El idealismo trascendental (o criticismo) como síntesis superadora de racionalismo y empirismo
A la hora de explicar el fenómeno del conocimiento, según Kant, es necesario tener en cuenta dos factores: la experiencia y los elementos a priori que proceden del propio sujeto de conocimiento. Aunque todo conocimiento empieza con la experiencia, no todo conocimiento procede de la experiencia; de lo contrario, no obtendríamos nunca conocimientos seguros y universales. Es necesaria la presencia de los elementos a priori de la razón, para garantizar un conocimiento necesario y firme. Para determinar cuáles son estos elementos a priori, hay que llevar a cabo un examen crítico de la capacidad y de los límites de la razón humana. Esto es lo que se propone Kant con su filosofía.
6.2.1. El problema de la Metafísica como ciencia.
En su Crítica de la razón pura Kant se propone averiguar si es posible la Metafísica como ciencia; es decir, si podemos obtener un conocimiento riguroso sobre realidades tales como Dios, la inmortalidad del alma o la libertad. A Kant le llama la atención que la ciencia progresa, mientras que en la Metafísica se siguen debatiendo las mismas cuestiones desde el inicio de la filosofía. Además, los científicos alcanzan acuerdos, mientras que la disputa suele gobernar entre los filósofos. Antes de abordar la cuestión de si es posible la Metafísica como ciencia, parece sensato determinarlas condiciones que hacen posible la ciencia, para, después, valorar si pueden o no aplicarse estas condiciones a la Metafísica. Toda ciencia está compuesta de un conjunto de juicios. Un juicio es una proposición; es decir, un enunciado que puede ser declarado verdadero o falso. Kant comienza distinguiendo los diversos tipos de juicio que podemos encontrar en nuestro pensamiento. El problema del que hablábamos antes puede reformularse, por tanto, como la indagación de las condiciones que hacen posibles los juicios que utiliza la ciencia.
Tipos de juicios.
Kant distingue distintos tipos de juicios, según dos criterios:
Según la relación entre el sujeto y el predicado, los juicios pueden ser analíticos o sintéticos: a) Juicios analíticos: en ellos, el predicado está incluido en el sujeto; por tanto, basta analizar el sujeto para comprender que el predicado le conviene necesariamente. Por ejemplo, en el enunciado: "Todos los triángulos tienen tres ángulos", basta con comprender el concepto mismo de triángulo para saber que el predicado le corresponde necesariamente. Por esa razón, estos juicios no amplían nuestro conocimiento. b) Juicios sintéticos: en ellos, el predicado no está incluido en el sujeto, por lo que sí amplían nuestro conocimiento, aportando información nueva. Por ejemplo: "Los japoneses tienen una dieta basada fundamentalmente en el consumo de pescado". Estos juicios sí aportan información nueva.
Según el modo en que se conoce su verdad, los juicios pueden ser a priori o a posteriori: a) Juicio a priori: es aquel en el que su verdad se conoce con independencia de la experiencia. Por ejemplo, para comprobar la verdad del juicio: "Un todo es mayor que sus partes", no es necesario acudir a la experiencia, pues no se fundamenta en ésta. b) Juicio a posteriori: es aquel cuya verdad es conocida a partir de la experiencia. La afirmación: "El pueblo donde más llueve en España es Grazalema", tiene su fundamento en la experiencia; por tanto, tenemos que recurrir a ésta para comprobar su verdad.
Los juicios a priori son universales y necesarios; es decir, no admiten excepción. Por el contrario, los juicios a posteriori no son universales y necesarios. Por ejemplo, siguiendo con el ejemplo propuesto de juicio a posteriori, no se puede descartar la posibilidad de que un año en algún pueblo de España llueva más que en Grazalema; o incluso que, debido a un cambio climático, Grazalema pasara en el futuro a ser un pueblo con muy pocas precipitaciones. Kant está de acuerdo con Hume en que la experiencia no muestra una conexión necesaria; únicamente nos informa de que, hasta ahora, las cosas han sucedido de una determinada manera, pero no que vayan a seguir comportándose de la misma manera en el futuro.
Los juicios sintéticos a priori
Hasta aquí, los ejemplos propuestos de juicios analíticos coinciden con juicios a priori; y lo mismo pasa con los ejemplos de juicios sintéticos, los cuales coinciden con los juicios a posteriori. Tendríamos, así, por un lado, los juicios analíticos a priori-universales y necesarios, pero que no amplían nuestro conocimiento-y los juicios sintéticos a posteriori-que sí amplían nuestro conocimiento, pero en los que no podemos fundamentar ninguna seguridad. La conclusión inevitable del planteamiento de Hume es el escepticismo: sólo podemos estar seguros de aquellas verdades-las verdades de la lógica y las matemáticas-que no aumentan nuestro conocimiento; por tanto, la ciencia sería imposible. Sin embargo, Kant afirma que existe un tercer tipo de juicio, el cual, al mismo tiempo que está fundamentado en la experiencia y, por tanto, amplía nuestro conocimiento del mundo, es universalmente válido y no admite excepción alguna. Son los juicios sintéticos a priori. Un ejemplo de juicio sintético a priori sería éste: "La recta es la distancia más corta entre dos puntos". No se trata de un juicio analítico, pues el predicado ("la distancia más corta entre dos puntos") no está incluido en el sujeto ("la recta"). Se trata de un juicio sintético, que amplía nuestro conocimiento. Sin embargo, su verdad no depende de la experiencia, pues no necesitamos ir midiendo distancias entre dos puntos para saber que es verdadero. Por tanto, es un juicio universal y necesario, que carece de posibles excepciones.
Otros ejemplos pueden ser: "Todo cambio tiene una causa", "La cantidad de materia en el universo se mantiene invariable" y todos los juicios de geometría y de física serían de este tipo.
Según Kant, los juicios sintéticos a priori son los juicios propios de la ciencia. Todas las disciplinas científicas se han constituido como tales precisamente porque disponen de este tipo de juicios. Para Kant, la cuestión clave es si en la Metafísica son posibles juicios de este tipo, y si, en consecuencia, esta rama de la filosofía podrá convertirse alguna vez en una ciencia.
6.2.2. La Crítica de la razón pura.
Esta es la cuestión que este filósofo se plantea en su obra Crítica de la razón pura, donde se propone dos grandes objetivos:
Determinar los límites del conocimiento humano.
Indagar la posibilidad de que la Metafísica se pueda convertir en ciencia.
El segundo objetivo es, en realidad, una consecuencia del primero: una vez definidos los límites del conocimiento humano, podremos valorar si es posible o no un conocimiento metafísico. Kant divide la crítica en tres partes: "Estética trascendental", "Analítica trascendental" y "Dialéctica trascendental". En cada una de ellas estudia una de las tres facultades de conocimiento que distingue en el ser humano: sensibilidad, entendimiento y razón. Cuando Kant habla de "trascendental", se refiere a aquellos elementos a priori pero aplicables a los objetos de los que tenemos experiencia; es decir, se refiere a aquellas condiciones propias del sujeto que hacen posible el conocimiento. Sin esos elementos a priori, el conocimiento humano no sería posible. Esta forma de plantear el problema del conocimiento, como una síntesis entre lo que aporta el sujeto y los datos provenientes del exterior, supone un cambio tan radical respecto a las formulaciones anteriores que el propio Kant habla de "revolución copernicana".
a) La estética trascendental
En
esta parte de la Crítica
Kant identifica los elementos a priori de la sensibilidad, entendida
como la facultad que nos permite tener sensaciones. Kant llama estética la doctrina acerca de los sentidos y de la sensibilidad. El significado etimológico de aisthesis, en griego, significa "sensación". Pues bien, las formas a
priori de la sensibilidad son el espacio
y el tiempo,
porque todas nuestras representaciones sensibles están
sujetas al espacio y al tiempo; es decir, se producen en un
marco espaciotemporal. Es imposible tener ninguna sensación, si no
es espaciotemporalmente. El espacio y el tiempo no son
impresiones sensibles concretas, sensaciones, sino el modo
como percibimos todas las sensaciones: las percibimos en el espacio y
en el tiempo. El espacio y el tiempo, por tanto, no provienen de
la experiencia, sino que son
estructuras que,
de alguna manera, pone
el sujeto humano,
pero
que no existen más allá de él.
Es decir, espacio y tiempo no son ya entidades objetivas e
independientes del sujeto, sino modos y funciones propias de éste. Otros seres diferentes al ser humano, por su parte, podrían captar las cosas de una manera no espacial y no temporal.
b) La analítica trascendental
Analítica procede del griego analyo (analysis), que quiere decir "disuelvo una cosa en sus elementos constitutivos". Pues bien, si a través de la sensibilidad nos son dados los objetos, gracias al entendimiento podemos pensarlos, entenderlos. El hecho de sentir una multiplicidad de fenómenos-colores, formas, sonidos, etc.-no supone, sin más, comprenderlos. La función del entendimiento es pensar los objetos dados por la sensibilidad. El entendimiento unifica, ordena y comprende lo sensible; y esto lo hace a través de conceptos. Vamos organizando los fenómenos, utilizando conceptos o categorías: "Esto es causa de esto otro", "Esto es sustancia de tales propiedades", "Esto es necesario", etcétera. Si estuviéramos ante cualquier realidad y no unificáramos todas las sensaciones bajo un mismo concepto, esa realidad sería algo ininteligible para nosotros; algo así como si percibiésemos el color, olor, tacto y forma de una rosa, pero como sensaciones independientes entre sí, inconexas y desarticuladas. El entendimiento realiza su labor de comprensión, refiriendo los fenómenos a conceptos. Esta actividad de referir los fenómenos a conceptos la realiza siempre a través de juicios. Así, por ejemplo, cuando afirmamos: "Este conjunto de sensaciones es una rosa". Por tanto, el entendimiento es la facultad que nos permite hacer juicios, realizar afirmaciones acerca de la realidad. Y estos juicios, como decimos, suponen la aplicación de conceptos. Existen dos tipos de conceptos:
Conceptos empíricos: proceden de la experiencia, por lo que son a posteriori. Por ejemplo, a partir de la observación de semejanzas en un conjunto de seres, elaboro el concepto de "árbol", "casa", etc.
Conceptos puros (o categorías): no provienen de la experiencia, por lo que son a priori. No son ideas innatas, pues no tienen contenido alguno, sino formas o estructuras lógicas cuya función es ordenar, dar sentido y comprender la información que nos llega a través de los sentidos. Puesto que la función fundamental del entendimiento es elaborar juicios, unificar los datos de la experiencia sensible por medio de juicios, Kant pensaba que habría tantas maneras de unificar los datos de la experiencia, es decir, tantas categorías o conceptos puros del entendimiento, como tipos de juicio. A esto lo denominó "deducción trascendental de las categorías". Así, deben ser doce las categorías, puesto que doce son los tipos de juicio establecidos por la lógica aristotélica. Las categorías son condiciones trascendentales, necesarias, de nuestro conocimiento de los fenómenos. Las categorías son las formas a priori del entendimiento. Nada puede ser entendido, si no es a partir de ellas. Sin la aplicación de las categorías, sólo tendríamos un conjunto de impresiones sensibles inconexas. Si la mente fuera, como decían los empiristas, una página en blanco, sería imposible conocer nada.
Más que captar objetos, el entendimiento construye sus propios objetos. En esto consiste el "giro copernicano" aplicado al entendimiento: no es el sujeto quien se adecúa a las cosas, sino que son las cosas las que se adecúan a nuestros conceptos. Las categorías están vacías. No poseen contenido alguno; por tanto, el límite del conocimiento humano se encuentra en el fenómeno, pues sólo tenemos conocimiento de aquellos objetos que han sido ordenados por medio de las categorías, y las categorías sólo pueden aplicarse a lo que ha sido captado espaciotemporalmente. El límite del conocimiento se encuentra, pues, en la experiencia. De la misma manera que el espacio y el tiempo deben "llenarse" con los datos del exterior, lascategorías han de "llenarse" con los datos procedentes del conocimiento sensible. Y pretender aplicar las categorías más allá de la experiencia es algo totalmente ilegítimo, pues las categorías no tienen aplicación válida a lo que trascienda al ámbito fenoménico- como Dios, la inmortalidad del alma o la libertad. Ahora bien, eso no significa que el concepto de realidad se agote en el fenómeno. Hay una zona de la realidad que está más allá de lo fenoménico y que resulta, por tanto, incognoscible, por estar más allá de la experiencia humana. Kant llama “noúmeno” a esa realidad que escapa al conocimiento humano y que jamás podrá ser conocida. En este punto, Kant se opone a la pretensión del racionalismo de conocer la realidad entera a través de la razón humana. La única forma de acceder al noúmeno es a través de la razón práctica.
c) La dialéctica trascendental
En esta parte de la Crítica Kant estudia la razón. Se propone mostrar cómo la razón realiza argumentos aparentemente correctos, pero ilegítimos. El entendimiento, decíamos, es la facultad que nos permite elaborar juicios; la razón, por su parte, es la facultad de conocimiento que nos permite hacer deducciones, extraer conclusiones a partir de premisas, encontrar juicios cada vez más generales, leyes e hipótesis más generales que abarquen y expliquen un mayor número de fenómenos. Mientras esta búsqueda se mantenga dentro de los límites de la experiencia, esta tendencia hacia una mayor generalización es eficaz y amplía nuestro conocimiento. El problema surge porque esta tendencia hacia lo incondicionado nos lleva inevitablemente a traspasar las barreras de la experiencia.
"Dios", "alma" y "mundo" son tres "ideas de la razón". Se trata de ideas que no tienen una referencia objetiva, pero que sí poseen un uso regulativo, ya que dirigen el uso de la razón hacia la aspiración de explicar de manera cada vez más profunda la realidad.
Nuestro conocimiento no puede ir más allá de la experiencia. Cuando la razón intenta avanzar más allá, incurre necesariamente en el error. Por tanto, la Metafísica jamás podrá convertirse en ciencia, pues pretende algo imposible: desvelar la realidad a través de puros conceptos, sin recurrir a la experiencia.
Actividad 1:
Actividad 2:
https://www.rtve.es/play/videos/this-is-philosophy/kant/6369392/
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