3.3.
Vías de demostración de la existencia de Dios.
En los capítulos 2 y 3 de la Primera parte de la Suma de teología de Tomás de Aquino encontramos formuladas las cinco vías de demostración de la existencia de Dios.
La existencia de Dios, según este pensador, no pertenece necesariamente a la fe (aunque evidentemente se trata de una verdad revelada); sino que, a esta verdad, el ser humano también puede acceder por medio de la razón.
Frente al argumento ontológico presentado por San Anselmo, pensador del siglo XI, que considera que la existencia de Dios es a priori, esto es, se trata de una verdad evidente que no se necesita mostrar por medio de la experiencia; Tomás de Aquino, por su parte, presenta un argumento a posteriori , esto es, debemos partir de los datos que nos proporcionan los sentidos para demostrar la existencia de Dios.
Tomás de Aquino muestra esta verdad por medio de cinco vías que poseen una misma estructura:
1) Todas las vías parten de lo dado a la experiencia sensible.
2) Se aplica el principio de causalidad, según el cual todo tiene una razón de ser.
3) Se muestra la imposibilidad de una cadena de causas infinitas.
4) Se termina afirmando la necesidad de una causa o principio primero, que es Dios. Por tanto, se afirmará que Dios existe.
Las cinco vías son las siguientes:
- Primera vía (basada en el movimiento). Consta por el testimonio de los sentidos que hay seres en este mundo que se mueven (no en un sentido físico, sino metafísico, es decir, como paso de la potencia al acto); pero todo lo que se mueve es movido por otro, y como una serie infinita de causas es imposible, hemos de admitir la existencia de un primer motor, que no es movido por otro, por tanto, inmóvil. Y ese primer motor inmóvil es Dios.
- Segunda vía (se deduce de la naturaleza de la causa eficiente). Nos consta la existencia de causas eficientes de las cosas que existen. No es posible que una cosa sea causa de sí mismo, ya que para ello tendrían que haber existido antes de existir, lo cual es imposible. Tampoco es posible admitir una serie infinita de causas eficientes, por lo que es necesario admitir una primera causa eficiente incausada. Y esta causa incausada es Dios.
- Tercera vía (la contingencia de los seres exige un ser necesario). En la naturaleza hay seres que nacen y mueren, es decir, son seres contingentes. Si todos los seres fueran contingentes, no existiría ninguno, pero existen. Por consiguiente, no todos los seres son contingentes, es preciso que en la naturaleza haya un ser necesario. Y este ser necesario es Dios.
- Cuarta vía (tomada de los grados de perfección que se observan en los seres). Se observa en la naturaleza distintos grados de perfección en los seres de este mundo (bondad, nobleza,belleza, etc.). El más y el menos se les puede atribuir según la proximidad que tengan con respecto a lo que es máximo. Ello implica la existencia de un modelo con respecto al cual establecemos la comparación, un ser óptimo, lo bueno por excelencia, máximamente verdadero, causa de la bondad y de todas las perfecciones de los seres. Ese ser supremo es Dios.
- Quinta vía (basada en la finalidad). Vemos en la naturaleza seres inorgánicos que actúan con un fin, no por casualidad, sino intencionadamente. Lo que carece de conocimiento no puede tender a un fin si no lo orienta alguien que tenga conocimiento. Por consiguiente, existe un ser sumamente inteligente que dirige todas las cosas a su fin. Y ese ser inteligente es Dios.
Tarea 1: Visualiza el siguiente video que resume las cinco vías deTomás de Aquino:
Tarea 2: ¿Qué críticas crees que se podrían formular a cada una de las vías de Tomás de Aquino? Reflexiona sobre ello y publica un comentario con tus conclusiones.
4. El problema del ser humano.
Según Tomás de Aquino, la naturaleza del hombre está constituida por alma y cuerpo. Tomás de Aquino sigue a Aristóteles al afirmar la unidad de la sustancia humana: El alma es el acto (forma sustancial) del cuerpo, aquello que le da a este la perfección y su principio vital. Así, del mismo modo que el ojo tiene en potencia la capacidad de ver y el ver es su acto o perfección, ciertos cuerpos tienen en potencia la vida, tienden a realizar actividades vitales –crecer, percibir, sentir– y el alma es lo que les permite actualizar o hacer reales dichas capacidades. Por tanto, cuerpo y alma son inseparables. Esta es su forma natural: la unión de cuerpo y alma.
Siguiendo a Aristóteles, Tomás de Aquino considerará que hay tantos tipos de almas como tipos generales de actividades vitales. Cada función superior incluye siempre las inferiores, y hay una escala o jerarquía en los seres vivientes de acuerdo con la realización de esas funciones. Las plantas tienen sólo alma vegetativa, que permite las actividades vitales más básicas como la reproducción, el crecimiento y la nutrición; los animales, alma sensitiva, que permite el conocimiento inferior o sensible (la percepción) y el apetito inferior (los deseos y apetitos que tienen que ver con el cuerpo) y el movimiento local; los seres humanos poseen alma intelectiva cuyas actividades propias son la voluntad (apetito superior orientado al bien supremo, es decir, la felicidad, la beatitud) y el intelecto o entendimiento (conocimiento superior).
En cuanto a la inmortalidad del alma humana, Santo Tomás presenta varias pruebas, aunque la más comprensible se refiere al hecho de que el alma es inmaterial y transciende a la materia como se muestra en la actividad intelectual misma. Las actividades superiores del alma humana (entendimiento y voluntad) prueban la inmaterialidad del entendimiento y, por ello, esta inmaterialidad demuestra que el alma transciende a la materia.
Así, cuando el alma se separa del cuerpo con la llegada de la muerte, el alma no depende de sus facultades sensitivas, pero sí puede conocer a los objetos espirituales. Por ello, se afirma la inmortalidad del alma.
5. El problema ético.
Partiendo de la quinta prueba de demostración de la existencia de Dios, se deduce que Dios dirige todas las cosas hacia un fin supremo. Dicho fin supremo es Él mismo, el Bien supremo.
Dios gobierna el mundo. De este modo, la providencia divina, esto es, el cuidado que Dios tiene de la creación y de sus criaturas, somete a todo. Sin embargo, la existencia de la providencia divina no excluye la libertad del hombre, puesto que la libre acción del hombre forma parte de la providencia divina.
La voluntad humana es un libre albedrío que no es eliminado ni disminuido por el orden finalista del mundo, ni por la presciencia divina (Dios prevé todas las acciones futuras), ni siquiera por la gracia, que es una ayuda concedida de forma gratuita de Dios al hombre para alcanzar el objetivo de conocer a Dios.
La presencia del mal en el mundo es debida a dicho libre albedrío del hombre. El mal solo es carencia de bien. Partiendo de la idea de que existe el bien en diferentes grados del mismo, es necesario que existan grados inferiores, incluso deficientes del bien, y por tanto, malos en relación a los grados superiores del bien. El mayor mal de todos es la culpa (o el pecado). Este es el acto humano de escoger deliberadamente el mal y, por tanto, actuar en contra del orden de la razón y la ley divina.
Sin embargo, admite Tomás de Aquino que el hombre posee una disposición natural (habitus) hacia el vivir rectamente y huir del mal. No basta simplemente con las virtudes intelectuales y morales de Aristóteles para conseguir la beatitud eterna, sino que son necesarias las virtudes teologales, que el propio Dios ha infundido directamente en el hombre: la fe, esperanza y caridad.
El triunfo de la divina Providencia, fresco del Palazzo Barberini en Roma, de Pietro da Cortona.
6. El problema político.
Según Tomás de Aquino existe una ley eterna, esto es, una razón que gobierna todo el universo y que existe en la mente divina. Es el plan racional de Dios, el orden de todo el universo por medio del cual la sabiduría divina orienta todas las cosas hacia su fin. De dicha ley se deriva, como reflejo o participación de la misma, la ley natural, que también está en los hombres, en cuanto seres racionales, y que se resume en la norma: "hay que hacer el bien y evitar el mal". Esta ley natural se concreta en tres inclinaciones principales: 1) Una inclinación hacia el bien natural, que el hombre comparte con otros seres, como la propia conservación, que es un bien; 2) una inclinación a seguir las enseñanzas universales de la naturaleza, que son aquellos que también la naturaleza ha enseñado a todos los animales, como la educación de los hijos, la unión varón y hembra, entre otros; 3) la inclinación al bien en base a la naturaleza racional propia del hombre, como la inclinación a conocer la verdad o vivir en sociedad, entre otras.
Existen otras dos clases de leyes: la divina (la ley revelada por Dios en el Evangelio, aquella encaminada a alcanzar el fin sobrenatural del hombre y está por encima de todas las leyes, incluso la eterna) y la humana (la ley jurídica, la ley puesta por el hombre con el fin de hacer posible la convivencia pacífica y orientar los actos virtuosos para alcanzar el bien común). Esta ley humana debe concordar con la ley natural. Las
leyes humanas son fruto de la colectividad y pretenden disuadir de cometer el mal; sin embargo, a diferencia
de Aristóteles, cree que la mejor forma de gobierno es la monarquía,
pues garantiza mejor el orden y la unidad del Estado y la más semejante
al gobierno divino del mundo. Ahora bien, este Estado no puede encaminar
a los hombres a fin supremo, el conocimiento de Dios. En efecto, el Estado encauza a los hombres hacia el bien común, pero no permite alcanzar su fin último, esto es, el sobrenatural. Es por ello
necesario que el gobierno civil se subordine al religioso. Un gobierno
este, el religioso, que Cristo confió no a los reyes terrenales, sino al
Papa.
3. Tomás de Aquino. El problema metafísico y epistemológico.
Tomás de Aquino (1224-1274) pertenece al segundo periodo de la Filosofía medieval denominado la Escolástica (scholasticus=
erudito, escolar). La Escolástica es un movimiento filosófico y
teológico que intentó utilizar la razón natural (filosofía y ciencia de
Aristóteles) para comprender el contenido sobrenatural de la revelación
cristiana. Tomás de Aquino es el mayor teólogo cristiano. Su obra más destacada se titula Suma de teología.
El objetivo de su filosofía es armonizar fe y razón,
dado que ambas proceden de Dios y, por tanto, no puede haber
contradicción entre ellas. Ambas son herramientas válidas para
comprender la realidad creada por Dios: La fe, desde la interpretación
de los textos sagrados; y la razón, desde la interpretación de la
naturaleza. No hay contracción entre ellas porque ambas son expresiones
de Dios. Si existiera alguna contradicción, el problema proviene del
intérprete, que no ha sabido interpretar ambas herramientas. ¿A qué
debemos acudir entonces? En último término se debe acudir a los textos
sagrados.
La
fe demuestra, evidentemente, verdades teológicas (por ejemplo, la
trinidad de Dios, la creación desde la nada, etc.); mientras que la
razón, además de poder acceder a verdades matemáticas, físicas o
astrológicas, entre otros, también demuestra algunas verdades
teológicas, pero más básicas. Estas verdades teológicas a las que se
puede acceder, tanto por la vía de la razón, como por la vía de la fe,
se denominan Preámbulos de la fe (por ejemplo, la existencia de Dios).
3.1. La creación.
El cristianismo se caracteriza por la existencia de un Dios que es creador del mundo desde la nada (ex nihilo). La creación es un acto libre de Dios causado por su perfección divina. Dios crea seres finitos. Frente a Dios, que es uno e idéntico a sí mismo, los seres creados son compuestos y en ellos se puede diferenciar, según Tomás de Aquino, su esencia y su existencia.
3.2. Esencia y la existencia.
La esencia señala lo que cada ser es, su definición (por ejemplo, el ser humano es un animal racional); mientras que su existencia consiste en el hecho actual de existir. Esta existencia viene dada a los seres por una causa externa, esto es, Dios. Por tanto, la existencia puede darse o no darse (por ejemplo, individuo concreto puede existir o no existir). Son seres, por tanto, contingentes. Sin embargo, la esencia no implica la existencia. Piénsese, por ejemplo, en los seres denominados "burros voladores". Se podría determinar su esencia, lo que son; sin embargo, evidentemente, no tienen existencia. Así pues, se puede decir que las esencias tienen la potencia de existir, pero su existir depende de Dios.
Apoteosis de Santo Tomás de Aquino del Museo de Bellas Artes de Sevilla.
¿Qué es lo que da plena realidad a los seres? Su existencia, afirma Tomás de Aquino. Y, finalmente, ¿qué ocurre con Dios? En Dios, su esencia y su existencia coinciden. Dios existe "por sí mismo" ("es" su existencia) y los demás seres existen porque participan de la existencia de Dios ("tienen" temporalmente existencia).
La
Filosofía medieval se desarrolla en Europa entre los siglos V y XV. La Filosofía medieval en Europa está profundamente marcada por el
desarrollo y expansión del cristianismo. Y, además, este periodo de la Filosofía se caracteriza por
una profundización en la Filosofía antigua, en concreto, Platón y
Aristóteles, que serán una fuente de inspiración para los filósofos
medievales.
La creación de Adán es un fresco en la bóveda de la Capilla Sixtina, pintado por Miguel Ángel alrededor del año 1511.
El gran objetivo de la Filosofía medieval es la de dotar de profundidad y rigor intelectual a la doctrina cristiana, empleando recursos filosóficos previos, esto es, sus términos, sus ideas, etc. Se puede decir, por tanto, que la Filosofía se pone al servicio de la Religión. Sin embargo, no es menos cierto que la Filosofía medieval tendrá una cierta originalidad en problemas tales como la libertad, el problema del bien y del mal, entre otros.
2. El problema metafísico: El problema fe-razón.
Quizás el problema más destacado en este periodo de la Historia de la Filosofía sea el problema fe-razón. Fe y razón son consideradas dos vías distintas para alcanzar determinadas verdades. La Fe, por su parte, accede a verdades reveladas, sus enunciados son dogmas de fe (principios incuestionables) y de su estudio se ocupa la teología; mientras que la razón, por su parte, accede a verdades naturales por la vía del entendimiento y sus enunciados son los propios de la filosofía y la ciencia.
Los pensadores medievales han abordado este problema desde distintos ángulos:
1) Los pensadores místicos apostaron por la fe (fideísmo=solo fe). Consideraron a la fe como la única vía de acceso a Dios y encontrar el sentido de todo. Por su parte, para ellos, la filosofía y la ciencia son considerados un error y un pecado.
2) Agustín de Hipona (354-430) es el primer gran representante de la Filosofía medieval. En concreto, pertenece a la parte inicial de este periodo denominada la Patrística, en la que encontramos a varios de los Padres de la Iglesia. Estos pensadores trataron de encontrar un síntesis entre la filosofía clásica grecorromana y la religión cristiana. En concreto, la filosofía de Agustín de Hipona es una síntesis entre platonismo y cristianismo. Agustín de Hipona desarrolló sus tesis en sus obras más destacadas tituladas Confesiones y La ciudad de Dios.
Para Agustín de Hipona, la Filosofía no es "enemiga" de la fe, sino su "sierva". Expliquemos esto: La verdad que se pretende alcanzar es, en último término, Dios. Para alcanzar dicho objetivo, Agustín de Hipona considera que se puede alcanzar a través de dos "caminos": La fe, que dirige, orienta y guía a la razón; y la razón, que explica y esclarece los contenidos de la fe. Por tanto, ambas (fe y razón) van unidas y son necesarias para alcanzar la única verdad, la verdad revelada; aunque hay una primacía de la fe sobre la razón.
Tarea 1: Lee y reflexiona sobre la siguiente afirmación de Agustín de Hipona. ¿Qué crees que quiere decir? ¿El orden de cada una de las dos partes de esta afirmación es azarosa o tiene un sentido lógico desde el punto de vista de la filosofía agustiniana? Deja tu opinión, de forma argumentada, en los comentarios.
3) Dentro de la filosofía judía, Maimónides (Códoba, 1135- Egipto, 1204) anticipó los tratados teológicos del siglo XIII. En su Guía de perplejos considera que fe y razón se deben armonizar, de tal manera que si algún contenido de los textos sagrados entra en conflicto con lo que indica la razón, este se debe interpretar alegóricamente, esto es, de manera figurada. Esta es la solución que propone Maimónides para aquellos que se quedan perplejos y no se atreven a admitir las verdades sagradas por ir en contra de la razón, ni a rechazarlas por no menospreciar la fe.
Por su parte, dentro de la filosofía cristiana,Tomás de Aquino (1224-1274) pertenece al segundo periodo de la Filosofía medieval denominado la Escolástica (scholasticus= erudito, escolar). La Escolástica es un movimiento filosófico y teológico que intentó utilizar la razón natural (filosofía y ciencia de Aristóteles) para comprender el contenido sobrenatural de la revelación cristiana. Tomás de Aquino es el mayor teólogo cristiano. Su obra más destacada se titula Suma de teología.
El objetivo de su filosofía es armonizar fe y razón, dado que ambas proceden de Dios y, por tanto, no puede haber contradicción entre ellas. Ambas son herramientas válidas para comprender la realidad creada por Dios: La fe, desde la interpretación de los textos sagrados; y la razón, desde la interpretación de la naturaleza. No hay contracción entre ellas porque ambas son expresiones de Dios. Si existiera alguna contradicción, el problema proviene del intérprete, que no ha sabido interpretar ambas herramientas. ¿A qué debemos acudir entonces? En último término se debe acudir a los textos sagrados.
La fe demuestra, evidentemente, verdades teológicas (por ejemplo, la trinidad de Dios, la creación desde la nada, etc.); mientras que la razón, además de poder acceder a verdades matemáticas, físicas o astrológicas, entre otros, también demuestra algunas verdades teológicas, pero más básicas. Estas verdades teológicas a las que se puede acceder, tanto por la vía de la razón, como por la vía de la fe, se denominan Preámbulos de la fe (por ejemplo, la existencia de Dios).
4) Finalmente, encontramos dos grupos de pensadores que apuestan por separar la fe y la razón.
Por un lado, el filósofo musulmán Averroes (1126-1198), nacido en Córdoba (España), defiende que la verdad metafísica puede expresarse a través de dos caminos: el camino de la filosofía, siguiendo a Aristóteles y los postulados neoplatónicos mediante la demostración necesaria; y el camino de la religión como muestran los libros sagrados y la tradición religiosa (la ley del Corán).
Serán sus seguidores los que desarrollen la doctrina conocida con el nombre de averroísmo. Dicha doctrina dará forma a la denominada Teoría de la doble verdad. Esta teoría filosófica afirma que las verdades de fe y razón no se contradicen ni entran en conflicto, ya que se ocupan de ámbitos de la realidad distintos.
Por otra lado, el filósofo y teólogo inglés Guillermo de Ockham (1285-1349) separa fe y razón, ya que ambos poseen contenidos distintos: la fe permite un conocimiento cierto de la existencia de Dios ("Dios no se entiende, se cree" - afirma Ockham); mientras que, la razón explica el mundo y la naturaleza. Hay, por tanto, una radical distinción e independencia de la fe y de la razón, con cierta superioridad de la fe sobre la razón.
Además, la teóloga y religiosa alemana Hildegarda de Bingen (1098- 1179) considera que hay dos cuestiones fundamentales: la cuestión de quién es Dios y la cuestión por quién es el ser humano. Pues bien, según ella, la primera es la gran cuestión de la teología y la segunda es el tema central de la filosofía. Por medio de la fe se alcanza cierto conocimiento de Dios, aunque su conocimiento total es imposible. Por otra parte, el ser humano es una ser hecho a imagen y semejanza de Dios, que puede llegar a entablar cierta relación con Dios por medio de la espiritualidad.
Tarea 3: Valorando todas las posiciones estudiadas con respecto al problema fe-razón en la Edad Media, ¿cuál crees que es la más adecuada? Valora tu respuesta de forma razonada.