La Filosofía arrastra una larga reputación de saber arduo e impenetrable. Esta baraja pretende, por el contrario, iniciarnos en su dimensión más luminosa y divertida, la más esencial. Sócrates ya nos advirtió que “una vida sin reflexión no merece la pena ser vivida”. Pensar es entonces un deber. Pero esta perspectiva no debe hacernos olvidar que es también un placer, el placer de ser y sabernos humanos.
El juego plantea una competición entre puntuaciones de filósofos en 5 ámbitos: Ser Supremo, Razón, Placer, Crítica y Voluntad. La “disputa” se lleva a cabo de acuerdo con el paradigma que, en ese momento, esté sobre el tapete. Si, por ejemplo, es el de la Modernidad, la puntuación que cuenta es la de Ser Supremo, Razón y Crítica (se llevará las cartas el filósofo que, en esos apartados, tenga la mayor puntuación). Si rige el paradigma de la Edad Media, el valor que ha de considerarse es exclusivamente el del Ser Supremo. Etcétera.
Por otro lado, hay Cartas de acción que plantean relevantes interacciones entre los jugadores al hilo de diversas teorías filosóficas. Y Desafíos que obligan a los participantes a razonar acerca de temas como los derechos de la mujer, el sentido de la vida, la fe, el dinero, la guerra o el colonianismo.
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