domingo, 27 de diciembre de 2020

Helene von Druskowitz: Escritos sobre feminismo, ateísmo y pesimismo.

La reciente publicación en la editorial Taugenit del escrito de la filósofa austríaca Helene von Druskowitz (1856-1918) titulada Escritos sobre feminismo, ateísmo y pesimismo es una auténtica joya literaria y filosófica. Esta publicación recoge dos escritos inéditos en castellano: Proposiciones cardinales del pesimismo e Intentos modernos de sustituir a la religión. La traducción de estos textos corre a cargo del profesor Manuel Pérez Cornejo, que se encarga además de una excelente introducción a la vida de von Druskowitz, así como de su obra. 

En el título de sus escritos, la intelectual austríaca deja clara su posición filosófica, que pivota en torno a tres ejes fundamentales: feminismo, ateísmo y pesimismo. Desde luego, estos escritos no dejan indiferente a nadie. Tampoco la vida de esta genial pensadora.
Helene von Druskowitz destaca, desde muy joven, por sus extraordinarios dotes intelectuales. Estudió filosofía, filología germánica, arqueología, filosofía oriental y varios idiomas. Sería, además, la segunda mujer en obtener el doctorado de Filosofía. Mujer con un carácter que no encajaba en el típico rol femenino de la época: impartía conferencias en varias ciudades europeas, viajó por el mundo y frecuenta círculos literarios. Mantuvo una relación epistolar con Nietzsche, que terminó de forma abrupta debido a las críticas de von Druskowitz a determinados conceptos nietzscheanos. De hecho, el texto Proposiciones cardinales del pesimismo, lleva por subtítulo lo siguiente: "Un vademécum para espíritus más libres". Una clara crítica a la posición de Nietzsche, atendiendo directamente a un ateísmo total: "No existe ningún Dios, en el sentido habitual de este término" (pág. 53). 


La intelectual austríaca era un ser extraño. Su vida corre una suerte similar a la de Nietzsche, pero en un sentido inverso: Desde una infancia rica y lúcida en cuanto a inteligencia y sensibilidad a una madurez en la que fue víctima del alcoholismo e ingresada en un psiquiátrico. Ella misma se declaraba, orgullosamente, "anormal". Su conducta sexual era lesbiana. No terminó de encajar en ningún país ni en ninguna religión. Es más, es un declarada ateísta, como ya he mencionado, que deja claro en sus proposiciones: "El ateísta, si es consecuente, ha de constituir en cada punto relevante la contrapartida del creyente. Por ejemplo, ha de concebir la materia de forma irónica y escéptica, y ha de ser enemigo del ciego y estúpido aumento de la población y de los casamientos" (pág. 56). 

Su obsesión por el hombre es enfermiza. Llega a afirmar la "erradicación del hombre" como punto fundamental para la "significación de la mujer" (pág. 62). Cataloga al hombre como un monstruo con "una forma horrible (...). El pecho plano, la feísima barba (...) y, finalmente, un órgano fonador abominable y vulgar" (pág. 63).  Von Druskowitz aboga por la desaparición del hombre para liberar a la mujer, como único ser humano verdadero y salvador del mundo, de sus grilletes machistas. Las afirmaciones de Von Druskowitz muestran de forma evidente una clara actitud de misandria y parecen ser bastante exageradas. Evidentemente, lo son; sin embargo, se puede entender que son gritos silenciosos en un contexto extremadamente machista. Los ataques de la pensadora austríaca contra el hombre y la figura creada a su imagen y semejanza, Dios, son un sutil intento de dar valor a la mujer, en cuanto que "son los seres más dignos y preciosos", además de tener "una estirpe mucho más perfecta y noble" (pág. 64). 

Todas sus reflexiones filosóficas desembocan en un inevitable pesimismo que, sin embargo, tiene un rayo de esperanza al final de las mismas: revalorizar el papel de la mujer en el mundo, como algo sagrado y objeto de culto. Para ello, nos señala Von Druskowitz en las Proposiciones, se debe promover "una educación más libre y audaz, alentada mediante una temprana elección de carrera, el reparto de las ciudades por sexos y la restricción del número de casamientos, que conducirán, finalmente, a una eliminación de las parejas" (pág. 76). 

La publicación de estos escritos en castellano hace honor a una filósofa que ha pasado inadvertida, a pesar de suscitar reflexiones que nos hacen pensar, por ejemplo, en el papel de la mujer en la época de Von Druskowitz e, incluso, actualmente. También es un buen espejo en el que podemos confrontar el pensamiento de Nietzsche. Así como, finalmente, conocer de primera mano profundos planteamientos ateos. 

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